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Historia de la escritura

Los egipcios (4)

Los egipcios (4)

Hace cinco mil años, los escribas  utilizaban ya la hoja, la tinta y la pluma.

El papiro es una planta que crece con facilidad en las zonas pantanosas del valle y el delta del Nilo. En la antigüedad, los egipcios la utilizaban para fabricar numerosos objetos cotidianos. Pero con sus tallos fibrosos supieron fabricar "la hoja", un nuevo material soporte que iba a revolucionar el mundo de la escritura. Este material se obtenía cortando el tallo en tiras largas y delgadas, colocándolas unas al lado de las otras y montando cada una encima de la anterior; superponiendo luego en disposición cruzada dos de las capas así formadas, dejándolas secar por presión y puliéndolas luego. Encolando con engrudo de almidón una veintena de estas láminas se obtenía una larga hoja de varios metros de longitud que se recogía enroscándola sobre sí misma hasta formar un rollo.

Para escribir, el escriba sostenía el rollo con su mano derecha y, haciéndolo girar lo desenroscaba al mismo tiempo que con la otra mano lo recogía de nuevo. Para trazar los signos se valía de un segmento de caña. La tinta, negra, densa y resistente se hacía con hollín y agua. Títulos, encabezamientos y comienzos se escribían con tinta roja, hecha con polvos de cinabrio o de minio.

El papiro se exportó a partir del tercer milenio antes de nuestra era hacia todos los lugares de la cuenca del Mediterráneo. Aunque esto supuso grandes ingresos, de fronteras hacia dentro, este monopolio tuvo efectos gravosos sobre el coste del papiro.

La piedra calcárea y la arcilla cocida, más baratas, bastaban para las inscripciones de menor importancia. En cuanto al cuero, ya conocido por los antiguos egipcios, pero más caro aún que el papiro, estaba estrictamente reservado para los textos de gran valor.

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