Los quioscos de escriba
La demanda creció tanto que los artesanos apenas podían satisfacerla.
La nueva demanda de los libros trajo consigo la proliferación de quioscos en los que los escribas ofrecían sus servicios. Al mismo tiempo, la producción de éstos se diversifico notablemente; aparecieron así manuales de todo tipo: de cocina, educación, medicina y astronomía, y también los libros romances; La canción de Rolando y los relatos de amor caballeresco fueron, en particular, objeto de numerosos encargos.
Tras visitar varios quioscos de escriba, el cliente encargaba finalmente la obra que deseaba a aquel cuya oferta caligráfica y de ilustración más le satisfacía; la intermediación de un impresor librero para que el cliente no tuviera que ir de quiosco en quiosco se convirtió pronto en el procedimiento habitual.
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