El aprendizaje de los calígrafos
En los siglos XII y XIII, gremios y cofradías proliferaron cerca de las universidades.
A la clientela cada vez más numerosa de ricos mercaderes se añadió la de los estudiantes. Con el nacimiento de las universidades laicas, los copistas vieron incrementarse la demanda de textos autorizados. De hecho eran sólo los estudiantes favorecidos por la fortuna los que acudían a los copistas solicitando sus servicios; os que no podían permitírselo tenían que alquilar los exemplaria a un librero y copiarlos letra a letra.
El mundo editorial alcanzó tales dimensiones que los artesanos se vieron obligados a especializarse y a constituirse en gremios que velasen por sus derechos y garantizaran, al mismo tiempo, sus derechos y el secreto de sus tecnicas. Al igual que sus homólogos religiosos, los aspirantes empezaban por realizar trabajos más sencillos, como el trazado de las líneas o la preparación de los colores. Se consideraba que para la formación de un calígrafo profesional eran necesarios al menos siete años, el ultimo de los cuales se dedicaba, en parte, a la elaboración de una “obra de arte2que, una vez acabada era sometida al dictamen del maestro artesano y de algunos compañeros.
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