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Historia de la escritura

El nacimiento del libro

El nacimiento del libro

El voluminoso y poco practico papiro fue sustituido por hojas de pergamino unidas como los codex romanos: acaba de nacer el libro.

 

Para fabricar pergaminos se sumergía en un baño de cal las pieles. Luego se rascaban hasta eliminar todo rastro de carne o pelo y, antes de llevarlas a secar, se las espolvoreaba con yeso, el cual absorbía la grasa que aun contuvieran. Finalmente se rascaban de nuevo con la espátula.

Era muy importante que el curtido se realizara correctamente pues de lo contrario el pergamino despedía después un olor insoportable.

 

El primer trabajo que debía afrontar el copista era el de preparar el pergamino: lo pulía pasando sobre el la hoja de un cuchillo o una piedra pómez, que al tiempo que lo alisaba suprimía las manchas o asperezas. El pergamino adquiría una textura granular que absorbía la tinta  sin dejar que se extendiera.

 

La aparición del pergamino conllevo dos progresos decisivos: por una parte permito el uso de las plumas de oca como útil de escritura muy ventajosa frente al cálamo; por otra, las hojas se podían doblar y coser, o que llevo a la generalización de los codex, ancestros de nuestros libros, constituidos por hojas apiladas unas sobre otras y sujetas por un borde.

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